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Reflexiones sobre la filosofía osteopática.

Meditación. Sentir el cuerpo interno.

La meditación y la Osteopatía tienen puntos en común. Ambas prácticas se encuentran en el silencio, como lo expresé en una nota pasada hace un par de meses.

Cuando hablo del silencio no me refiero únicamente a aquel vinculado a la ausencia del sonido. Me refiero en realidad a la calma que surge y se siente cuando estamos fuera de la ebullición de nuestros pensamientos y las preocupaciones diarias. Un lugar donde habitamos y estamos presentes en lo que está pasando por un momento largo o breve. ¿Conocés ese lugar?

El lugar de silencio en la Osteopatia

Momento de quietud en la sesión de Osteopatía.

Hay distintas técnicas, prácticas meditativas y disciplinas (ej. Osteopatía, Yoga) que nos pueden facilitar el encuentro con ese silencio. En esta oportunidad y con mucha humildad les voy a transmitir un poco de las enseñanzas del maestro espiritual Eckhart Tolle vinculadas a mi propia experiencia y conocimientos.

Muchos dicen, incluída yo, que para meditar lo único que hay que hacer es sentarse y meditar. Si bien hay algo de esa afirmación que es cierta ya que sólo necesitamos tiempo y nuestra presencia para hacerlo, también es verdad que hay herramientas que nos pueden facilitar el camino.

Una de las mayores dificultades que podemos encontrarnos en el momento de querer meditar es la cabeza (la mente). No podemos dejar de pensar, no podemos dejar de pensar que no podemos dejar de pensar y no podemos evitar reaccionar ante ello (enojarnos, frustrarnos, etcétera).

Otros de los problemas que te podés encontrar es quedarte dormido, sentir dolor físico, picazón, ansiedad, incomodidad, etcétera. Trabajando la mente, todos estos problemas disminuyen o desaparecen completamente con el tiempo. Vamos a empezar por ahí.  Vamos a realizar una práctica que nos ayude a focalizar y calmar nuestra mente.

La estrategia acá es parecida a la que podemos tener si vemos a un niño en su intento de aprender a caminar. En principio podés reaccionar de dos maneras. Una es ir corriendo, hacer un escándalo y gritar por la caída del niño y quizás, sin querer, asustarlo. Otra opción es no darle tanta importancia al evento, asegurarte que el niño está bien, sonreír, distraerlo con otra cosa y motivarlo a que siga intentando.

Del mismo modo, si queremos cambiar el comportamiento de nuestra mente y la atacamos con frases como “tengo que poner la mente en blanco”, “no tengo que pensar” o “¡que mal! no puedo dejar de pensar”, “los pensamiento de m****”, es probable que la mente no se calme, y que aumenten los pensamientos.

La propuesta es no castigar a la mente. Es redirigirla hacia un lugar específico. En otras palabras, enfocarla en una sola tarea. ¿Por qué es bueno esto? En ese escenario, la mente se “entretiene”, se calma y la cantidad de pensamientos baja. Cuando esto ocurre hay lugar para que el silencio empiece a emerger lentamente.

Eckhart hace referencia al Inner Body (cuerpo interno). Es un concepto que evoca a la expresión más pura de vida que habita en nosotros. Está presente todo el tiempo pero podemos sentirla en pocas ocasiones ya que nuestra atención se enfoca en otras cosas (pensamientos, trabajo, ocupaciones, etc).

Captar y sentir esa expresión de vida no es sencillo. No estamos acostumbrados a sentir algo que no lo podamos catalogar de alguna forma como, por ejemplo,  frío, caliente, duro, suave o como una cosa (ej. sentir una mesa, sentir una mano). Acá no sentimos “algo”, acá sentimos, acá nos sentimos a nosotros mismos. No hay nada para agarrar ni para catalogar. Para nuestra mente ese concepto es sumamente difícil de entender.

Te propongo que practiques el siguiente ejercicio:

  1. Ingresá a una sala silenciosa, donde nadie te moleste y silenciá tu celular.
  2. Sentate cómodamente en una silla.
  3. Cerrá los ojos.
  4. Elegí una zona de cuerpo. Ej. mano, pierna, cabeza, etcétera.
  5. Concentrate en sentir esa zona sin moverla.
  6. Quedate un rato sientiendo por 5/10 minutos.
  7. Lentamente abrí los ojos.

Puede ser que al comienzo te haya costado sentir “algo”. Tu sensación fue correcta: no estamos buscando sentir nada. Estamos buscando sólamente sentirnos, sentir la vida que circula dentro nuestro. Las estructuras concretas que elegimos al comienzo, son una puerta de acceso en realidad a esa expresión de vida y son una forma de ocupar nuestra mente pero no son el objetivo final.

Llegar a ese silencio y a sentir el Inner Body requiere de práctica y tiempo. Es más fácil cada vez. Hay que seguir intentando.

 

El sedentarismo y entrenar para estar sentado

Cada vez son más las personas que trabajan online. Hoy ya no importa a qué te dediques o qué hagas específicamente, lo más probable es que gran parte de tu tiempo lo pases sentado frente a una computadora.

Por mis conocimientos en la Osteopatía, mi propia experiencia y observando los casos de mis pacientes, me queda claro que no hay “postura correcta” en la que permanecer sentados por mucho tiempo. Las posturas nos ayudan a minimizar los efectos del sedentarismo, a llevarlos con menos aspereza pero, a largo plazo, no nos salvan de los efectos secundarios de estar mucho tiempo sin movernos (dolores, desgaste articular, malestares, etcétera).

Creo firmemente que si necesitamos pasar mucho tiempo en la computadora, tenemos que prepararnos para ello. En otras palabras, necesitamos entrenar para estar sentados.

Este entrenamiento varía según la persona y las actividades que realice.

Les comparto, en líneas generales, lo que esa preparación incluirá:

  • Alternancia y dinamismo entre la quietud y el movimiento. En otras palabras, lograr no estar todo el día sentados en la misma postura.
  • Realizar alguna actividad fìsica. Una que incluya movimiento y estiramiento.
  • Desarrollar una buena postura durante el trabajo y crear un ambiente favorable para ello (mesa y silla adecuada, pantalla a la altura correspondiente, etc.)
  • Alimentación e hidratación adecuada.
La vida es Movimiento

Uno de los principios de la Osteopatía es: “la vida es movimiento”. Este hace referencia a que si no hay movimiento, no hay vida y, por lo tanto, no hay salud.

Llevemos este concepto al ámbito del trabajo. El tiempo máximo para permanecer sentados en la misma postura sin que aparezcan consecuencias varía entre 20 a 40 minutos según la persona y la postura que esta adopte.

talleres osteopatia lanziano

Trabajando en cualquier postura y momento.

Pasado ese tiempo, tu sistema va a empezar a trabajar de más y a generar adaptaciones para sostener esa postura. Porque sí, para estar sentados el cuerpo hace todo un esfuerzo.  En concreto, se puede traducir en una contractura en el trapecio, un dolor en la cintura, etcétera.

Como punto de partida, el primer hábito a adoptar es trabajar no más que 40 minutos de corrido. Recomiendo generar ciclos de trabajo de 20 a 40 minutos concentrado e intenso alternando con 5/10 minutos de descanso. En ese tiempo, levantate, andá al baño, tomá agua, cualquier excusa es válida para moverse. Si estás en Argentina, cambiá la yerba del mate. Puede ser útil poner alarmas que te ayuden a manejar el tiempo y no perderte en la inercia del trabajo.

Una vez incorporado esto es necesario establecer rutinas de movimiento y entrenamiento. Practicadas correctamente, el yoga y la natación son actividades completas que incluyen ambos aspectos. Sin embargo, no son las únicas dos opciones. Lo importante es realizar actividad antes y/o después del trabajo. Una opción es ir o volver del trabajo caminando o en bici o hacer una rutina simple en tu casa.

Caminando al trabajo.

Para el momento de trabajar es importante mejorar en la postura y crear un ambiente adecuado para vos (hablaré de esto en las próximas entradas).

Por último, la alimentación y la hidratación. Para que trabajes de forma eficiente, tu sistema tiene que estar ahí con vos. Si lo sobrecargamos tratando de digerir grandes cantidades de comida o comidas muy pesadas, nuestra atención y energía va a estar dividida. Por este motivo, recomiendo comer liviano durante horas laborales en pequeñas cantidades y de forma más frecuente e hidratarse constantemente (no en forma excesiva).

Lo que les quiero dejar es eso, que el cuerpo hace un esfuerzo para que podamos estar sentados y que existen formas de que lo preparemos mejor para esa actividad.

Me podés consultar si tenés alguna duda específica con respecto a la rutina de ejercicio o la postura adecuada frente a la computadora.

 

¿Qué hacemos con el estrés?

Antes de hablar del estrés, recorramos algunas definiciones.

Desde la psicología refieren a esta palabra para hablar de “la experiencia emocional molesta que venga acompañada de cambios bioquímicos, fisiológicos y conductuales predecibles” (Baum, 1990).

Por su lado, la R.A.E. lo define como “la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves”.

La OMS (Organización Mundial de la Salud), por último, como “las reacciones fisiológicas que en su conjunto preparan al organismo para la acción” (OMS, 1994).

Si unificamos estas tres definiciones, podemos definir al estrés como una reacción fisiológica (natural) que se experimenta frecuentemente como agobiante y molesta y que se percibe como tensión física y/o emocional.

A mi consultorio llegan muchos pacientes con estrés. Allí observo que tanto las personas que refieren estrés como las que muestran síntomas de estrés (agotamiento, tensión física y/o emocional) sienten, además, malestares físicos puntuales. Principalmente vinculado a dolores musculares y/o articulares, malestares digestivos, dificultades para conciliar el sueño, cansancio, dolor en el pecho y sensación de angustia, entre otras cosas.

También observo que en la mayoría de los casos la persona se siente consciente o inconscientemente amenazada por una situación, por alguien o por algo.

La región del pecho suele acumular tensión en momentos de estrés.

 

Naturalmente, ante una situación amenazante, reaccionamos de dos formas: o huimos o peleamos. En ambas situaciones se activa el sistema nervioso simpático que nos prepara para afrontar la amenaza mediante los siguientes mecanismos:

– Aumento de la frecuencia cardíaca (latidos por minuto).

– Aumento de sangre en el sistema muscular (fundamental para huir o pelear).

– Dilatación de las pupilas de los ojos.

-Disminución de la actividad digestiva (no está bueno digerir la comida mientras corremos, ¿no?).

– Aumento de la cantidad de oxígeno en sangre a través de la dilatación de los bronquios de los pulmones (con la actividad de defensa el cuerpo va a consumir más oxígeno).

– Liberación de oxitocina, adrenalina y cortisol.

Estos mecanismos son muy útiles si nos quieren robar o si alguien nos ataca, ya que vamos a tener la energía suficiente para correr o para pelear. Pero cuando a la amenaza es constante y a veces “invisible” no podemos realmente huir o pelear con ella. La situación se vuelve más compleja. Para entender mejor a qué me refiero, podemos pensar en una situación cotidiana de estrés laboral, por ejemplo. Que sientas que tu jefe, un cliente o tus compañeros son una amenaza puede llegar a provocarte estrés. Para los estudiantes, una entrega de la FADU (que la he vivido antes de llegar a la Osteopatía) puede sentirse como una amenaza y el trabajo en equipo te puede estresar más de lo que podes soportar. Entonces,  ¿qué hacemos cuando huir o pelear no son una opción?

Lo primero es entender que esas reacciones que tiene el cuerpo ante el estrés son naturales. Son para ayudarte, no para hacerte daño. Asique está bueno no etiquetarlas como “malas”.

Kelly McGonigal, psicóloga estadounidense, nos anima a utilizar al estrés como un aliado. Tomar esas reacciones del cuerpo, que puede ser un aumento repentino en la respiración antes de rendir un exámen o la sensación de vértigo en la panza antes de un discurso, y usarlas para empoderarnos. Utilizar ese oxígeno y esa energía extra que nos recorre el cuerpo, esa adrenalina, para mejorar nuestra performance y afrontar la situación amenazante.

Practicar esta forma de entender el estrés requiere de práctica y tiempo. No vamos a cambiar de un día para el otro. Además, cuando no hay una situación puntual y el estrés o la sensación de estrés es permanente, es necesario tomar acción para no agotarnos y sentirnos mal física y mentalmente.

Hay muchas cosas que podés hacer:

Hablá de lo que te pasa con un amigo, compañero del trabajo, pareja, familiar o terapeuta. Las conexiones empáticas con otro ser humano, además de hacernos sentir mejor, liberan una hormona llamada oxitocina. Esta ayuda, entre otras cosas, a disminuir la ansiedad, la agresividad, el estrés y el dolor.

Realizá una actividad física o recreativa. Durante ese tiempo tu cuerpo va a generar unas hormonas llamadas endorfinas. Estas aumentan la sensación de placer, ayudan a disminuir el dolor físico o emocional y facilitan los procesos de memoria y atención. Con la actividad física también aumenta la circulación sanguínea y con eso la limpieza y nutrición de nuestro organismo. Si acumulaste una tensión debido al estrés, con la actividad la podes calmar.

Practicar Meditación o alguna actividad similar. Mucho del sufrimiento extra que experimentamos en situaciones de estrés es generado por nuestra mente ya sea por el exceso de pensamiento o por la recreación de situaciones futuras y/o pasadas a veces inexistentes que nos alejan de experimentar la situación presente.

-El tratamiento osteopático ayuda en situaciones de estrés: libera tensiones corporales a través de  la movilización física y aumenta la conexión del paciente con lo que le está pasando (con el presente). En este terreno los pensamientos se corren un poco y las emociones tienen más lugar y son libres de expresarse. Esto resulta ser muy sanador.

Toma clásica craneosacral. De uso frecuente para trabajar el sistema nervioso.

 

La Osteopatía y la meditación. El encuentro del silencio.

Muchas veces escucho a pacientes o a colegas decir que la experiencia que se vive en la sesión de Osteopatía es parecida a la de la práctica de la meditación. El silencio, la calma y la sensación de liviandad posterior.

Yo pienso lo mismo. Por eso en esta entrada me voy a aventurar a hablar de la meditación, con mis propias palabras y según mi conocimiento y experiencia, y voy a buscar puntos de encuentro con la Osteopatía.

La meditación

La meditación se trata de estar y permanecer presente en el momento y en el lugar con lo que sea que esté ocurriendo. No hay cosas que estén mal ni bien, no hay éxito y no hay fracaso. Hay aprendizajes. En el momento de meditar se plantea una intención, una dirección o un camino y , después, se observa lo que ocurre sin juicio.

Vamos a correr a un costado la expresión “poner la mente en blanco” para referirnos a la meditación, que puede resultar confusa, y vamos a sacudirnos la exigencia interna de imponernos que tenemos que llegar a algún lado o ser de cierta forma para poder meditar.

Te propongo que pongas en práctica lo siguiente:

Ejercicio

  1. Silenciá el celular, cerrá la puerta. Encontrá la forma de que por unos minutos nadie te interrumpa.

  2. Sentate cómodamente en una silla, de forma erguida, sin que te resulte una posición forzada o incómoda. Podés colocar almohadones en el respaldo si te resulta más cómodo.

  3. Tratá de no cruzar las piernas ni los brazos. Podes apoyar las manos sobres la falda o entrecruzarlas.

  4. Cerrá los ojos. Luego vas a prestar atención a tu respiración. Sentí como el aire entra y sale en forma natural.

  5. Si pasan pensamientos, no te preocupes, es normal. No queremos obligarnos a no pensar pero tampoco queremos quedar enganchados a los pensamientos. Entonces, si llega un pensamiento, te corrés. Si vuelve, lo corrés. Y así…

  6. Si surge un dolor, una molestia, una sensación de picazón en el cuerpo, tampoco te enganches con eso… no le prestes atención y vas a ver cómo se va, igual que los pensamientos.

  7. Quedate así por unos minutos. Puede ser 1, 5, 1o o 30. Al principio está bueno practicarlo más tiempo ya que se tarda más en llegar a un estado de relajación profunda.

  8. Cuando quieras abrir los ojos y empezar a moverte, recordá hacerlo despacio y en forma paulatina.

Sin importar el resultado, si hiciste este ejercicio ya empezaste tu práctica de meditación.

Calma interna. Quietud. Fuente: Tonn Motoki.

Para que entiendas mejor el objetivo de este ejercicio voy a contarte algo que me decía mi mamá cuando asistía a sus jornadas de meditación: “Imagina una botella con agua y tierra adentro revuelta. Visualizá qué pasaría si apoyas esa botella en una mesa….con el paso del tiempo, la tierra del agua se va a asentar en el fondo y el agua se va a volver cristalina. Ahora imaginalo como si efectivamente ocurriera.”

En este ejemplo la tierra representa ese caos que son todos nuestros pensamientos juntos y el agua clara sería el estado al que queremos llegar con la meditación, es decir, la calma. La botella a través del apoyo con la mesa encuentra quietud física. El que medita encuentra lo mismo a través de la quietud física y el contacto con la respiración.

Quedarnos quietos físicamente y llevar la atención a la respiración ayuda  a generar quietud en nuestros pensamientos y tal vez nos puede ayudar a hallar un espacio interno donde hay más claridad.

La Osteopatía

En una sesión de Osteopatía, a través del contacto de las manos del osteópata, el paciente siente su cuerpo, conecta con el. De cierta forma, ocurre lo mismo que con la botella de agua. La quietud (el apoyo en la camilla) y el contacto físico directo facilitan que el paciente transite una quietud interna y que el caos en su mente se asiente al igual que la tierra en la botella.

La mayoría de la gente consulta al osteópata porque siente alguna clase de dolor o malestar en el cuerpo. Pocos saben que la Osteopatía, por su forma de trabajo, también facilita  procesos de conciencia personal y corporal: los pacientes, con el paso de las sesiones, empiezan a registrar naturalmente, cada vez más, lo que les pasa a nivel físico, emocional y espiritual. Muchos se sienten más livianos al finalizar la sesión, y lo expresan con esa palabra. Otros liberan emociones durante la sesión. Emociones que cargaban de manera inconsciente se terminan expresando con palabras o reacciones corporales como risas, llantos o enojos.

Una paciente me confesó que, a partir de atenderse conmigo, notó que cuando buscaba un estado de calma, se visualizaba relajada en el consultorio y que esa imagen le servía para sentirse mejor.

Con el tiempo y dependiendo de los casos, la osteopatía permite llegar a otros estados de conciencia que, me atrevo a decir, tienen puntos en común con los estados a los que llegamos también gracias a la meditación.

Trabajo en el tórax. Momento de silencio.

Con ambas prácticas podemos lograr:

  1. Ganar conciencia física, emocional y espiritual.

  2. Llegar a una relajación profunda.

  3. Conectar con nosotros mismos.

  4. Ambas prácticas se potencian y complementan mutuamente.

 

Si quieren compartir sus experiencias con una o ambas prácticas pueden dejarlas en los comentarios. Los leo 🙂

Recuperemos nuestra mente.

Después de pagar unas cuentas y transitar una larga fila, vuelvo a casa reflexionando. Me di cuenta que, más allá del fastidio de hacer la fila, había otra parte de mi que había disfrutado de estar ahí. Al rato fue evidente: estaba ahí haciendo una única tarea. Instintivamente había dejado mi celular en casa. Cada vez estoy más consciente de la paz que siento cuando, por un rato, dejo de lado mi celular y la compu.  

Me parece importante aclarar que no estoy en contra del uso de la tecnología. De hecho, uso varias redes sociales. Tengo whatsapp, estoy construyendo una app como emprendimiento personal (tema aparte) y, además, uso este blog como medio de difusión. Veo el valor en la tecnología y, al mismo tiempo, veo las cuestiones que como usuarios tenemos que tener en cuenta. Mi intención es hablarles sobre la salud (mi terreno) y la tecnología y compartir con ustedes algunas propuestas para desarrollar un vínculo más saludable con la tecnología:

La tecnología es una herramienta

Para que nuestro vínculo con la tecnología sea saludable es importante entender que la tecnología es una herramienta. Lo que hagamos con ella o lo que ella sea capaz de hacer depende en gran parte del tipo de uso le demos como usuarios.

La vulnerabilidad de la mente ante los estímulos

Los dispositivos móviles y las aplicaciones están generando sistemas y contenidos especialmente diseñados para mantenernos online lo más posible. Buscan captar al usuario, que se quede y que vuelva varias veces. La competencia pasa por captar aunque sea un poquito de nuestra atención. En este escenario, nuestra mente queda vulnerable, saturada de información y con poco espacio para llevar nuestra atención a las cosas que realmente importan: nuestros proyectos de vida, conversaciones con familiares o amigos, cuidado físico y mental, nuestra salud, el trabajo, etc.

Disponible las 24hs

Nos instalaron el chip de que somos más eficientes estando disponibles las 24hs del día. Esto no es cierto. Con las “distracciones” constantes que recibe nuestro cerebro (notificaciones del celular, mails, llamadas, programas de televisión, audios, etc) nuestra atención se encuentra dividida y repartida en muchos focos diferentes. El resultado de esto es que nos cuesta muchísimo enfocarnos plenamente en una sola tarea y terminamos siendo ineficientes. Por ejemplo ¿notaron lo difícil que resulta leer un libro últimamente?.

Algunas propuestas para recuperar la mente:*

-Silenciar el celular y apagarlo de noche. Si lo usás como alarma, podés comprarte un reloj de mesa o analógico. Si, todavía existen.

– Configurar las aplicaciones para recibir la menor cantidad posible de notificaciones en la compu y en el celular, y así elegir cuándo consultar tu mail o ver las novedades de las redes sociales.  

– Si estás trabajando en algo importante del laburo o de la facu y necesitás concentración, probá alejar el celular y ponerlo en silencio. Por ejemplo, lo podes dejar en otra habitación o cargando lejos de tu escritorio.

-Si vas a hacer alguna compra o diligencia podes dejar el celular, llevar un libro o salir con nada. Es una buena práctica para vivir en el momento, sea lo que sea que hagas. Vas a notar que tu mente lo agradece.

Como con una relación viciosa, al principio puede que sientas resistencia al separarte de tu celular o computadora, y no van a faltar excusas para volver a retomar el hábito. Eso es la resistencia. Pero recordá, necesitás a tu mente funcionando para y con vos, en el momento, y los más pequeños cambios en nuestra rutina pueden cambiar la forma en la que vivimos, trabajamos y hasta vinculamos – con nosotros mismos y con los demás.  

 

*Avisos y condiciones: todo eso sí depende de vos.

¿Por qué es importante sentir?

Con el ritmo que llevamos hoy, el sentir perdió el lugar de privilegio que tenía en nuestra infancia o el que le dimos como humanos en otros momentos de la historia. En lugar de sensaciones y sentimientos depositamos, cada vez más, pensamientos. La mente nos hace dudar, nos confunde y, a veces, nos hace sentir mal. No porque haya algo malo con ella en sí, somos nosotros los usuarios que la estamos usando de manera poco saludable y nos olvidamos que la mente es sólo una parte de todo lo que nos conforma. Hay que tener en cuenta que la mente no es neutra, viene acompañada de nuestro condicionamiento. A veces podemos identificarlo y no oírlo, otras veces puede fallar. Es en ese momento cuando el malestar suele instalarse.

Otro punto importante a entender es que la mente no diferencia entre las cosas que pensamos y las que son reales. Si pensamos algo en cierto nivel lo volvemos real. Por ejemplo: si pensamos que somos incompetentes para realizar cierta tarea, nuestro cerebro lo va a tomar como una verdad, independientemente de que lo seamos en verdad. Evidentemente esto puede condicionar tanto limitaciones o potencias, depende de la naturaleza de nuestro pensamiento (si nos tiramos para abajo o si somos optimistas y nos alentamos todo el tiempo).

Con todo esto no estamos hablando de reprimir pensamientos ni mucho menos. No es esa la búsqueda que proponemos acá. Estamos empezando a hablar de por qué es importante acotar a la mente. Ese es el primer paso. Lo que sigue es retomar el sentir. Nuestro cuerpo es el gran protagonista.

Con sentir no nos referimos a la interpretación de lo que sentimos, nos referimos a solo sentir lo que sea que ocurre (factores externos), lo que sea que nos ocurre (factores internos), en el momento (ahora).   

Cuando logramos sentir, la mente se aquieta. En lugar de un embotellamiento de pensamientos, tenemos una ruta despejada. Cuando logramos sentir notamos cosas que no habíamos notado antes. Cuando logramos sentir vivimos plenamente el mundo interno y el mundo que nos rodea. Cuando logramos sentir no somos un ser dividido o segmentado por nuestra cabeza, somos una unidad eficiente y plena.

Además de ayudar a aliviar dolencias o malestares, la Osteopatía nos puede ayudar a reconectar con nosotros mismos. Para poder sentir y trabajar, el Osteópata entra en un silencio interno de concentración y relajación, producto de una búsqueda profunda del origen del malestar del paciente. Esta clase de silencio se puede transmitir al paciente en forma natural que, a lo largo de una o varias sesiones, va entrando en una sintonía de relajación. El Osteópata le espeja al paciente lo que siente y observa y a través del trabajo lo ayuda a sentir.          

Por eso el trabajo es conjunto y enriquecedor para ambas partes.

 

Osteopatía y Trekking. Dos pasiones.

Además de ser osteópata, disfruto las caminatas. Especialmente en montaña. Cuando puedo me calzo la mochi y la carpa y salgo a caminar. Juntando un poco dos pasiones, el trekking y la osteopatía, hago esta entrada con la intención de sumar a la comunidad de caminantes algunos consejos de mi experiencia. Estará divida en dos partes. Primero hablaré de la caminata, el calzado y la mochila. Después propondré una serie de ejercicios para el antes y el después.

CAMINATA

Cuándo caminamos estamos pendientes del paisaje, sentimos el peso en la mochila y a veces, el calor. En ese conjunto de sensaciones y emociones a veces nos olvidamos de prestar atención a nuestra caminata y en especial a la forma en la cual caminamos. En cierto modo se vuelve automático. En este escenario es más probable hacer un mal movimiento o sobrecargar alguna parte del cuerpo.

Lo que recomiendo al caminar es dirigir nuestra atención o conciencia a tres zonas: las plantas de los pies, el abdomen y los cuadriceps. Los pies nos conectan con la tierra y con el presente. Si estamos nerviosos, tensos o con muchos pensamiento, este ejercicio de conexión nos va a relajar y a conectar con nosotros mismos y con la energía de la tierra.

En el abdomen cerca del ombligo, está el plexo solar. Éste tiene una conexión directa con el movimiento, el caminar y en particular, las piernas y los pies. Nos conecta con nuestro deseo de avanzar hacia adelante en la vida. Poner la mano puede ayudarnos a relajar tensiones, miedos o inseguridades y darnos valor para la caminata que deseamos emprender.

Por último, los cuádriceps, músculo de doble acción: sobre la cadera (flexor secundario) y sobre la rodilla (extensor principal). Fundamental durante la caminata. No tanto por la acción en la cadera, si no por la acción sobre la rodilla. Un cuádriceps fuerte protege a las rodillas de eventuales torceduras.

 

CALZADO A ELEGIR

-Zapatillas de Trekking. Recomendables en salidas cortas, con poco peso. Con terreno blando y regular.

-Botas de Trekking de caña media y alta. Recomendables en salidas más largas, con peso. Aportan estabilidad al tobillo, que puede torcerse en terrenos irregulares. Así también amortiguan el peso de la mochila. La bota media es un buen intermedio entre las zapatillas y las botas altas. Éstas últimas son recomendables en terrenos extremos y con nieve. Por su rigidez es aconsejable, en ambos casos, ablandar las botas antes de iniciar una caminata y no usarlas en ciudad por tiempo prolongado.

Es importante, sin importar el calzado que se elija, consultar si son de material impermeable y que respire. Así también que cuente con una suela antideslizante (por ej. Vibram y Contagrip).

LA MOCHILA

Algunas consejos generales:

-Para calzar la mochila, lo mejor es subirla a una mesa y colocarla en la espalda desde ahí. De esta forma evitamos agacharnos. En caso de no contar con una mesa en medio del bosque o algo parecido, mejor agacharse doblando ambas rodillas y hacer fuerza con las piernas, no con la columna.¡Este punto es muy importante! Hacer movimientos bruscos y rápidos al mismo tiempo que se levanta peso puede tener un impacto muy negativo sobre nuestras lumbares y cintura.

– A los objetos pesados colocalos lo más cerca posible de tu espalda.Es común que las mochilas cuenten con un cierre en la parte de abajo. Es recomendable colocar los objetos livianos y de uso frecuente allí.

-El peso ideal de la mochila no debe superar el 25% de nuestro peso corporal. Por ejemplo: una persona que pese 60kg debería llevar una mochila de 15 kg como máximo.

-Llevar la mochila en los dos hombros en todo momento.

-Una vez armada la mochila, ajustar las correas compresoras de la mochila. Así evitas que lo que lleves adentro se mueva durante la caminata.

Cómo ajustar la mochila: Muy importante! Una mochila bien ajustada disminuye el impacto sobre el cuerpo porque el peso se reparte mejor. Una vez ubicada la mochila, ajustar:

El respaldo de manera que corresponda con el tamaño del tronco de la persona que la va a utilizar. Éste va a transmitir el peso a la correa ubicada en la cintura. Es importante estar seguro de que tu mochila sea del tamaño adecuado para tu tronco. No todas las mochilas tienen la opción ajustable de respaldo. Si estás por comprar una sería bueno mirar eso.

Ajustar las correas ubicadas a la altura del pecho hasta que corresponda al ancho del tórax de la persona.Deben estar tensas para que la mochila se fije a la espalda. El 20% del peso irá por ahí. Las mochilas pueden tener una o dos correas ubicadas en esta zona.

Ajustar la correa ubicada en la cintura, también conocida como “riñonera” hasta que sientas el tope. Ésta reparte el 80% del peso de la mochila hacia la pelvis y por ende, hacia las piernas.

Ajustar las correas laterales. Se ubican al costado de la mochila. Es importante que estén simétricas, de lo contrario generarán balanceos que pueden sobrecargar un lado del cuerpo. Junto a las correas del tórax, fijan la mochila a la espalda.

 

Osteopatía veterinaria, una historia de amor.

A fines del año pasado mi mejor amigo, amor incondicional, alegría constante y compañero de vida, Bambú, partió hacia otra nueva aventura. Como un duque y en paz, en sus términos. Seguro está en un mundo lleno de huesitos y medias para robar.

Bambú vivió 13 años llenos de vida y amor. Cada día que le tocó vivir, él estaba presente, ahí, en el momento. Experiencia que rara vez los humanos podemos tener.  

Lo extrañamos muchísimo y por sobre todo su ausencia física se nota todos los días. Lo que permanece son sus enseñanzas y el amor que compartimos.

Bambú, además, fue mi primer paciente de osteopatía no-humano. Diría que fue un maestro durante mi formación en osteopatía.

Lo más importante que aprendí con él es el respeto. Por la vida, por la inteligencia que opera, que excede nuestro entendimiento. El tiempo del tratamiento lo elegía él. Me hacía saber con mucha claridad cuándo la sesión terminaba para él.

Otra cosa que aprendí de Bambú es la entrega profunda. El dejarse ayudar y participar plenamente desde adentro.

Especialmente en el último tiempo, que estaba enfermo, era asombrosa su capacidad de recuperación y su apuesta por la vida. Otra lección importante. Hasta el último momento quería estar acá. Conectando. Moviendo la colita. Sabía del privilegio que es la vida. El milagro que significa.      

En cuanto a la anatomía, me llevó a un nuevo mundo que es la anatomía comparada en animales. Temática apasionante para los que nos gusta la anatomía y sabemos apreciar las adaptaciones de la naturaleza en cada especie.

Al osteópata que no haya experimentado el trabajo con animales, se lo recomiendo. Lo considero como pieza fundamental en la formación y en el entendimiento de las leyes de la naturaleza. A continuación, les comparto un par de consejos de mi experiencia personal,  para quienes hagan osteopatía con animales por primera vez:

  • Los animales son muy intuitivos y son sensibles a la energía que transmitimos. Es importante transmitir seguridad con nuestro toque.
  • Abrir el corazón. Si nuestra intención es buena, ellos lo saben y lo van a agradecer. Transmitir al animal un toque seguro y amoroso puede ser increíblemente sanador para el osteópata y para el paciente.   
  • Respeto. Estar atento a las señales. Si algo le molesta al animal, lo va a expresar.
  • Antes de arrancar con un tratamiento, dejar que el animal te vea y huela. Darle tiempo para que te conozca, acepte tu presencia y la invitación al tratamiento.
  • Empezar el trabajo con unos mimos puede ser una buena forma de contactar. Evitar cabeza y panza al comienzo.  
  • Los tiempos de la sesión suelen ser más acotados que con humanos. Una sesión de una hora puede ser mucho para ellos. Tratar de ser conciso con el trabajo.

Qué es la Osteopatía.

Cada semana tengo una respuesta distinta.

Y no es por confusión o por falta de conocimiento (que en otras áreas me podría pasar). Tiene que ver con que la osteopatía es una disciplina viva y cambiante.

Como una semilla.

Entendemos qué clase de árbol saldrá de ella una vez que pasa un tiempo, crece, y dejamos que las ramas armen su propia obra.

Sólo la entendemos al vivirla, tanto si somos pacientes como si somos el terapeuta.

De todas formas, vamos a usar algunas palabras a modo de acercamiento…

La osteopatía es una medicina, una ciencia, un arte y una filosofía.

Las herramientas de trabajo: las manos.

Nuestro foco está en lo particular y en la totalidad del paciente. Esto quiere decir que tanto en el estudio, como en nuestro consultorio, le prestamos atención al detalle. Sin perder la noción de que el ser humano es un todo y que por ello debe ser tratado como tal,  no como la sumatoria de sus partes.

Nuestra referencia principal es el movimiento. La ausencia de movimiento es un terreno fértil para el desarrollo de dolores, malestares y enfermedades. Cuando el movimiento es libre, en cambio, hay espacio. La sangre irriga y drena (junto con el sistema linfático). La inervación llega a los tejidos.

Cuando el movimiento es libre, hay salud.

Ejemplo: El nervio mediano, por la tensión de los tendones que pasan por la muñeca, se comprime. Esa tensión genera dolor en la mano por la falta de libertad de movimiento del nervio.

¿Qué es la Osteopatía? ¡Qué pregunta!

A modo de síntesis, para seguir ampliando la definición, comparto los principios de la osteopatía dictados por la OMS:

-El ser humano es una entidad funcional dinámica, cuyo estado de salud es influenciado por cuerpo, mente y espíritu.

-El cuerpo posee mecanismos autorreguladores y es naturalmente auto sanador.

-La estructura y la función están interrelacionadas en todos los niveles del cuerpo humano.

Fuente:

OMS (2010). Parámetros para la formación en osteopatía. Puntos de referencia para la formación en medicina tradicional/complementaria y alternativa. Suiza. 

Ma, no quiero ser médica.

-Ma, no quiero ser médica. – comenté a mi mamá cuando tenía 6 años. Salíamos de la guardia del hospital y era mitad de la noche. Mi hermana en ese momento tenía 10 años y había ingresado por una emergencia. Escuchaba sus gritos de dolor desde el pasillo. Yo tenía miedo. Estaba invadida por la preocupación y la angustia. Me sentí muy sola.

Por suerte mi hermana no tenía nada grave y pudimos volver a casa un par de horas después.

Y por qué este recuerdo en relación a la pregunta de si quería ser médica o no.

A veces noto una contradicción en la forma de vincularnos día a día con el dolor (hay muchos tipos de dolores, no hablo de ninguno en particular). Pareciera ser que “normalizamos” al dolor, por ejemplo, tomando ibuprofeno. Como queriendo decir que está bien sentir dolor. Siempre hay una excusa para que aparezca: la edad, el trabajo, el ritmo de la ciudad, el calor, el frío. Otras veces pareciera que le tenemos pánico. No queremos sentir ninguna clase de dolor, por más mínimo o pasajero que sea. Mejor si no nos enteramos, mejor que pase desapercibido.

Y la realidad es que no sabemos cómo vivir con él, cómo interactuar. No digo que haya que ser un mártir o aguantar. Al contrario. Aguantar implica sostener, retener. Evoca quietud, algo sin movimiento. Y para nuestra salud no queremos eso.

Hay que lograr que el dolor se mantenga vivo. No porque queramos que viva para siempre.

Sería interesante preguntarnos si el dolor no estará allí por algo. De ser así, ¿podríamos escuchar lo que tiene para decir? ¿Seríamos capaces de pasar el momento de susto y temor y permanecer allí, sólo escuchando?

Mi perro parece tenerla bastante clara en este tema. Cuando él está cansado, descansa. Si le duele algo lo muestra y sabe buscar ayuda y amor. Siempre se muestra agradecido por los cuidados. Cuando se siente mejor lo expresa y lo aprovecha. Él no se identifica con su dolor. Solo vive con él armoniosamente y hace lo mejor dentro de sus posibilidades. Se cuida, conoce sus nuevos tiempos y circunstancias y no anda caminando por ahí sintiéndose una pobre víctima.

Bueno… pero ¿por qué no quería ser médica?

Hoy me doy cuenta que lo que quería decir con eso era:

– ma, no quiero sentir dolor y no quiero ver a los otros sufrir.

Con mi años de práctica ostepática aprendí que el dolor siempre aparece por algo y que no es malo.

La dolencia comunica.

Nos ayuda.

Cuando nos lastimamos, por ejemplo, nos advierte que necesitamos de cuidado. Cuando sufrimos una pérdida nos puede recordar el amor que tenemos dentro, etc.

Los mensajes serán personales de y para cada uno.

El desafío es escucharlo y no distorsionar el mensaje que nos manda. Dejarlo ahí sin teñirlo de miedos, enojos, prejuicios o ansiedades. Simplemente estar abiertos al aprendizaje, a una forma distinta de vincularnos con el dolor.

Ser medico. Osteopatía Lucía Lanziano.